Demasiadas veces sufrí,
y con cada dolor un pedacito de mi interior murió.
En el pasado, aprendí a vivir de nuevo sin ese pedacito de mí
que se había ido.
Aprendí a sonreír y hasta respirar una vez más,
a convivir con la pena y a reciclarla.
Ahora estoy tan opaca por la pérdida de luz cada vez
que no me dan ganas de seguir.
Esta opresión en el pecho me está aplastando…
¿Alguna vez sentiste que una ola gigante
te golpeaba con su descomunal fuerza
y te arrojaba contra la arena mojada?
Así me siento en cada ocasión
que el recuerdo de su pérdida
me asalta en cualquier momento y lugar.