sábado, 25 de julio de 2015

“Y aprendí que las historias no se
escriben solas, que necesitan de
las palabras para que se empiecen
a escribir. Que no todas
 empiezan con ‘Había una vez’
ni terminan con un ‘felices
para siempre’, que algunas
jamás pasan del prólogo, que ‘adiós’
no significa el punto final.
Que hay unas que las terminas
de escribir con lágrimas
 las vuelves a leer y te das cuenta de
que otra vez te harán llorar.
Que la historia comienza con un sueño
 y por lo tanto jamás
debemos dejar de soñar”.

sábado, 11 de julio de 2015

Caminante no hay camino, de Antonio Machado.

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,

como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

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