“Te libero de mí, de
mis males, de mi malgenio,
de los domingos
por la tarde en donde
nunca puedo más, del
odio a mis cumpleaños,
de no saber cómo
hacer
para regalarte algo
que
no pierdas. Te libero
de
mi desengaño, de tu
karma, de mis novedades,
de la contradicción
que
represento. Te libero de
mis llamadas que te
saben
a autocompasión, de
mis
enredos, de mi cabello
suelto, largo, sin
peinar. Te libero de mi
consciencia, del
desconcierto a fin de
mes, de la caída, de la
llegada, de mi huida
inevitable. Te dejo libre
para que me dejes,
para
que me veas de lejos y me
quieras, menos…”.
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