miércoles, 2 de enero de 2019

Microrrelato

Nunca había sentido tanta desolación. ¿Qué haría ahora? Mientras miraba consumirse el cigarrillo en su mano como una autómata, Mabel, una exitosa abogada ambientalista —o así lo era hasta ese día—, trataba de dilucidar los pasos que debía dar a continuación. Tras su despido por descubrir los manejos que el estudio para el que trabajaba llevaba a cabo con varias empresas, se había pasado el día envuelta en su bata estrellada, ahogándose en alcohol y tabaco. Ahora, parada en su deprimente balcón (jamás tenía tiempo para embellecer su casa, puesto que vivía para su trabajo), investigaba con su celular todo lo referente a cada una de las empresas implicadas y sus jefes. Cuanto más escarbaba en la red, más aversión sentía por esos ricachones que se creían que podían contaminar descarada e impunemente ríos y suelos solo para hacerse aún más ricos. ¡Ella no lo iba a permitir! No pararía hasta que terminaran en prisión y escrachados públicamente. ¡Los acabaría! ¿Echarla a ella? Ya verían de lo que era capaz.

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